Tras el resurgimiento del interés de la política por la juventud, y de la juventud por la política, de 2003 hasta la fecha, y con la irrupción masiva de jóvenes que se dio con la muerte de Néstor Kirchner, el Justicialismo se vio en buena medida sorprendido. El fenómeno que propuso el gobierno nacional desde la Casa Rosada, no fue siquiera comprendido, o no fue compartido en todas sus proporciones, por algunos de sus representantes o aliados en el resto del país. Por lejos el PJ ganó terreno ante todas las demás expresiones políticas en materia de juventud: pero ¿Cuál es el rol que realmente cumplen los jóvenes en la política provincial? ¿Son esa entidad autónoma capaz de erigirse en guardianes del Modelo y de su profundización creativa? ¿O más bien, una masa electoral y de militancia económica y eficaz, que obedece sin objeciones y se contenta con “ser parte”? ¿Puede profundizarse el modelo de gobierno con una juventud adormecida, que piensa igual -y sin objeciones- que la clase dirigente que la conduce?