
Pero realmente me dolió en el alma y tuve que conformarme con putear en voz alta, porque en definitiva nadie destacó el problema de fondo en este caso, y es que por la incompetencia de un funcionario, que permitió que las vacunas se vencieran, hubo que tirar tan costoso elemento, primordial para el sistema inmunológico de los más pequeños...
En Concordia, hay 170.000 habitantes, y al menos el 40% es pobre. Este hospital atiende a la gran mayoría de los habitantes no solo de Concordia sino también de zonas aledañas. No puedo creer, que con las necesidades que hay, se permita que las vacunas se venzan en los hospitales. Porque donde se tira una vacuna, seguramente hay un chico que anda por ahí, sin su protección inmunológica contra la tuberculosis, y seguramente son esos mismos chicos que no tendrán este invierno con que taparse. La BCG es una de las vacunas básicas que debe llevas todo ser humano, para la prevención contra la tuberculosis. Por ello el Estado Nacional envía dosis de esta vacuna a todos los hospitales del País, para que se le aplique totalmente gratis a cada ciudadano, algo que ya en estos tiempos es meritorio. Y no se puede permitir que esto se esté tirando. Cualquier persona con un poco de razón que hubiera advertido la cercanía de la fecha de caducidad de estos elementos, habría organizado una campaña de vacunación o cedido los elementos a los centros de salud de los barrios, que en Concordia hay 14, para asegurarse de que esas vacunas sean aplicadas. Pero en vez de eso, o de callarse la boca al menos, el Director dijo que “es normal que haya que tirar vacunas, ya sea porque se vencen o porque se corta la cadena de frío” déjenme decirles que si un chico anda por ahí sin protección contra la tuberculosis, una enfermedad que puede causar la muerte, será por mera culpa de los funcionarios incompetentes que no hicieron lo necesario para asegurarse de que esas vacunas sean aplicadas, porque no es normal el despilfarro de medicamentos, yo diría más bien que es una burla a la humanidad.
Por otro lado, castigo con esto a la frialdad de mis colegas periodistas que prefirieron omitir tamaño detalle, por preservar la buena relación con este funcionario, aunque entiendo a los que lo hicieron para no contradecir al editorial.
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