Y ahí es donde se contesta la pregunta que le da nombre a esta nota.
¿Quién tiene la culpa? Una persona, cumple su deber ciudadano de prestar declaración en un juicio oral y público, para aportar al esclarecimiento de la verdad y la justicia y ¿recibe a cambio un pasaporte a la muerte?
Más allá de los morbosos titulares que seguramente harán que se vendan más diarios esta semana, ¿no sería bueno analizar el origen de este problema?
Ante este caso se evidencias dos graves faltas del estado que más que faltas, ya son negligencias.
En primer lugar la inexistencia, de un programa de protección de testigos para casos de estas características, donde los condenados tienen antecedentes de homicidio y sobretodo si existía una amenaza de por medio y conociendo el deplorable sistema penal de este país, donde por miles de razones un convicto puede salir antes de cumplir sentencia y sin custodia.
Por otro lado y no menor importante; que de una vez, el Estado pueda garantizar que un condenado, que a sido hallado culpable por un tribunal penal y con las pruebas necesarias, de delitos tal graves como Homicidio Simple y Violación, cumpla con el periodo establecido y de no ser así, asegurarse de que no reincida, una vez liberado.
Pero talvez estoy pidiendo demasiado para este país, donde todos pateamos para hacer el gol en contra. Por algo debe ser que a ningún medio periodístico le interesó plantearse esta pregunta…
Y lamentablemente lo único que queda claro, es que si usted es llamado a declarar en un juicio, seguramente lo va a pensar dos veces.
Y ahora te lo pregunto de nuevo ¿Quién tiene la culpa?
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